Descubrimiento de la herida

23 03 2009

Descubrimiento de la herida, de Luisa Antolín

Ediciones Vitruvio

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Hoy es un día para celebrar la poesía que nace impresa por primera vez en este libro: Descubrimiento de la herida, editado por primera vez en la colección Baños del Carmen de Ediciones Vitruvio.

Como decía, hoy nace… Pero de momento quiero hablar de los años de gestación (que tienen mucho que ver con los primeros poemas, de la parte que yo llamo el pórtico del libro, lo que nos dará la entrada en él, para transitar por él).

            El libro se ha tomado su tiempo de gestación, hasta que sus pulmones se han sentido fuertes para respirar. ¿De dónde le ha venido esa fortaleza? Del alimento que durante años le ha proporcionado (a la autora) la lectura, el crecimiento natural de las cosas, eso que en general llamamos vida, y la conversación: a los “nasciturus” hay que hablarles desde el silencio y la soledad; estoy convencida que un libro siempre es el resultado de una conversación interior, y más de uno de los que estamos aquí hemos oído ese conversar de Chiky (Luisa! Luisa Antolín Villota) con ella misma y hemos sido receptores de su decir y escribir o directamente o como a través de las ventanas azules de cala Mesquida, sobre las rocas y en el mar. También Juanma y Bruno y Candela habrán oído ese runruneo hablante que uno hace cuando habla sólo consigo: como “en los bordes”.

En ese primer poema la autora nos habla de cómo se han henchido los pulmones de los que hablaba al principio. En los bordes, justo dónde se juntan el mar y la tierra. Una isla como Menorca tiene los bordes al alcance de la mano y puede llenarte de viento y de silencio, de soledad. Para mí el viento es imagen de soledad (me refiero al viento-viento, no al aire fresco).

En el segundo poema la poeta hace una entrada de caballo siciliano: “si algo saco en limpio de esta soledad/ es/ unas desesperadas ganas de mi”. Tres versos y un gran principio: necesidad! Esas desesperadas ganas de mi se convertirán en el paso que da el salto del yo real al yo poético, y ahí comienza el descubrimiento de la herida: el yo sangrante de la palabra viva: “la palabra también vida/ la vida con la palabra”. ¿No fue Gil de Biedma quien dijo que el poeta es el poema? Pues bien así empieza el nacimiento de una nueva poeta, de una voz nueva (manifestada ya en los cuentos en dónde se revela la inteligencia mágica de la levedad unida al amor por la literatura, por las mujeres que han escrito).

Esta voz que nace necesita de protección, y aquí entro en el tercer poema: invoca a Safo, como en un frontispicio, en el pórtico de la “domus aurea”: “Te aseguro que alguien se acordará de nosotras”. “Domus aurea”, la casa, la morada del ser que es la palabra. En ese tercer poema (sin título, encabezado por el verso de Safo), la palabra que  se expresa puede hacerlo ya que alguien la precedió y alguien la engendró. La invocación a Safo que puede representar la fuerza de las poetas que nos han precedido tiene además en este verso elegido por ella una evidente carga de futuro y descansa sobre un poema dedicado a quien la engendró, de hecho a quien engendró a quien la engendró: “para mi abuela Luisi, in memoriam” .

La poeta traza en este pórtico, del que ya tenemos tres columnas, los tres primeros poemas, toda una declaración de fundamento, y en el fundamento, uno de los poetas que la han alentado: “Escribir”, escribir es el título del cuarto poema, (pàg 16) un poema en prosa que dedica a Gamoneda, quien asiste a su parto como escritora, poeta (Luisa!) a los 37 años de ser engendrada por sus padres. Gamoneda es como la figura socrática de la comadrona en un texto que tiene mucho de rilkeano. Gamoneda la saca del útero materno a la luz y a la ceguera, a lo que nos pertenece como único y verdadero, a la belleza y al dolor (toda una poética), y ahí empieza el viaje, como un viaje de formación, el Bildungsroman, con la imagen del laberinto que ya aparece en los primeros poemas, el viaje en si mismo, geográfico, de Sur a Norte y el viaje hacia el descubrimiento de la herida: el libro se abre al lector como el cuerpo a la herida: “Yo escribo/…/ para abrir el corazón y hacerlo sangrar/ … para que las heridas no se cierren nunca”. Aquí, en su comienzo el yo poético ya sabe que su viaje no encontrará el bálsamo sanador y hasta el último verso del poema que cierra el libro, insiste: “pero tienes que sangrar”.

Estos cuatro poemas que constituyen el pórtico, a mi entender, constituyen una poética, y de hecho, los elementos que aparecen como temas fundamentales del conjunto de la obra, nacen a partir del desarrollo de esa poética: (1) el silencio y la soledad, (2) necesidad, necesidad de situarse desde el yo real al yo literario, (3)  necesidad de los que nos han precedido y (4) necesidad de descubrir, y ahí, sin nombrarla, aparece la herida: “ la belleza también es dolor”.

Intentaré destacar  lo que considero la urdimbre del poemario en esa búsqueda de la belleza que también es dolor.

LA URDIMBRE: (digresión hablada sobre la urdimbre y la trama, la trama sería lo que corresponde a la factura de cada poema en cada parte del libro) EL TIEMPO Y LA PALABRA.

En primer lugar, EL TIEMPO.  Espacio-tiempo, inseparables, tal como ella misma lo dice, volviendo a un verso de Gamoneda. El tiempo real del viaje de Sur a Norte y el de los años sobre el propio cuerpo, más allá del espejo, pero también el tiempo es la dimensión espacio temporal del recuerdo en contra de la nostalgia: “el frío,/ escudo contra la nostalgia”. El tiempo, en todo el poemario, es también memoria, y también eternidad de la niñez infinita: la no muerte.

Otro elemento de la urdimbre es LA PALABRA, la palabra, “como la sangre de una herida/ cada vez más sonora”. La sonoridad de los poemas radica en la desnudez, en la levedad, en muchos casos el poema es casi epigramático (tanto en Tránsito como en Brumas del Norte) y el único recurso es la lucidez. También en los poemas que contienen varias estrofas encontramos ese trabajo de cincel que rebaja cualquier mota superflua  y deja el verso puro y duro, sin concesiones, PUEDE CALIBRARSE EL VALOR QUE DA LA AUTORA A LA PALABRA CALIBRANDO ESE TRABAJO DE DESNUDEZ EN EL VERSO.

Otro contenido de la palabra lo hallamos “en la sombra del poema”, uno de los pocos poemas que lleva título y que constituye un pequeño tesoro dikinsoniano: el poema más allá de la palabra:  LA EXISTENCIA DEL POEMA MÁS ALLÁ DE LO QUE SE DICE O IMAGINAMOS DEL POEMA.

Palabra y tiempo, toda una constante en el desarrollo del libro, y a su vez la necesidad de la luz que ha de cubrir un viaje a ciegas, el viaje por la composición del libro. Este tema clásico en la poesía (el poeta ciego que puede ver dónde no alcanza el sentido de la vista) está presente en varios de los poemas pero quisiera destacar uno en particular.

Y así llegamos al final, no del libro sino de esta modesta presentación… podemos continuar … hablar de cada una de las partes en cada uno de los poemas, pero no se trata de hacer un recorrido imposible para esta ocasión,

se trata, como decíamos al principio, de celebrar, y esto es lo que vamos a hacer oyendo a Luisa (Chiky) leer sus poemas.

Chiky: deseo de todo corazón que tus cuarenta ladrones se conviertan en los cuarenta guardianes de ese tesoro que has acumulado y nos das a conocer.

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Margarita Ballester


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